1. Milagro en Lourdes
Una irlandesa católica que tenía muy mala salud se desplazó a Francia con la intención de visitar el famoso santuario de la Virgen de Lourdes. El manantial que allí mana es conocido por su poder de realizar curaciones milagrosas.
La mujer se cansó mucho de tanto esperar en la gruta antes de que empezara la bendición de los enfermos. Y, en vista de que había una silla de ruedas vacía entre la multitud de peregrinos, se sentó un rato a descansar.
Cuando por fin se le acercó el sacerdote que estaba bendiciendo a los enfermos, la mujer se levantó de la silla. Cuando la vieron levantarse, todos los presentes empezaron a gritar que era un milagro. [...]
Jan Harold Brunvand, El fabuloso libro de las leyendas urbanas
2. La cartera robada
Un oficinista de Nueva York está haciendo su ruta habitual de "footing" una mañana temprano, antes de ir al trabajo, cuando otro corredor choca contra él con bastante fuerza. Instintivamente, se lleva la mano a la cartera y descubre que ya no la lleva en el bolsillo.
Decidido a no sentirse víctima, el hombre se da la vuelta y corre en pos del presunto ladrón, le agarra violentamente, le sacude y le grita apretando los dientes: "¡Dame la cartera!".
El otro hombre, terriblemente intimidado, le da la cartera.
Una vez que el oficinista llega al trabajo, después de ducharse y cambiarse de ropa, les cuenta a sus compañeros el incidente y entonces suena su teléfono. [...]
Jan Harold Brunvand, El fabuloso libro de las leyendas urbanas
3. El secador de conejos
Un hombre tenía un perro rottweiler en su casa. Por su lado, la hija pequeña del vecino tenía un conejito. Un día, el rottweiler aparece con el conejito en la boca, muerto. El hombre, al verlo, no sabe qué hacer; sabe que la niña adora a su conejito. Entonces se fija en que el conejo no tiene sangre, por lo que deduce que el perro le habrá roto el cuello. Coge el conejo, lo limpia bien, coge un secador de pelo y lo seca. Después, sin que nadie lo vea, lo mete en la jaula donde estaba habitualmente, pensando que a la mañana siguiente los vecinos creerán que se ha muerto de un ataque al corazón y así no se darán cuenta de que el perro del vecino se lo ha cargado. [...]
Jan Harold Brunvand, El fabuloso libro de las leyendas urbanas
4. La mano lamida
Había una chica que tenía un perro que siempre dormía debajo de su cama. Cada vez que quería asegurarse de que todo iba bien, metía la mano debajo de la cama. Si el perro le lamía la mano era señal de que todo estaba bien.
Una noche, la chica estaba en la casa sola, en la cama. Oyó un ruido, como de un perro jadeando. Metió la mano debajo de la cama y el perro se la lamió. Aquella misma noche, más tarde, le apeteció comer algo y bajó a la cocina. Al llegar allí oyó un "plic, plic, plic". Se acercó al fregadero, pero no era el grifo lo que goteaba. En el fregadero, en cambio, había un cuchillo ensangrentado. [...]
Jan Harold Brunvand, El fabuloso libro de las leyendas urbanas
5. El coche de la policía
En el estado de New Jersey, un conductor borracho fue obligado a parar por la policía. Mientras el oficial de policía le estaba pidiendo la documentación, un accidente ocurrió muy cerca, lo que obligó al oficial a alejarse unos minutos.
Aprovechando el momento, el conductor borracho se dio a la fuga, llegó a su casa, metió el coche en el garaje, cerró el garaje con llave y le dijo a su mujer que, si alguien preguntaba, dijera que él había estado toda la noche en casa y que no había salido para nada.
Unas dos horas después, la policía se presentó en su domicilio. El conductor borracho y su mujer dijeron que no habían salido de casa en toda la noche, pero la policía les pidió que les indicaran dónde guardaban el coche. [...]
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6. El piloto ciego
Se cuenta que el pianista ciego George Shearing viajaba en avión de Los Angeles a Seattle. El vuelo hacía una breve escala en San Francisco. El piloto, un gran aficionado al jazz, se acercó durante la parada a saludarlo. Cuando se ofreció a hacer algo por él, cualquier cosa que estuviera en su mano, Shearing le dijo que agradecería mucho que alguien sacara a su perro guía a dar un paseo.
El propio comandante estuvo encantado de hacerlo. Se llevó al perro guía a dar una vuelta por la pista, junto al avión aparcado. [...]
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7. El ladrón de la fábrica
John era un inmigrante de Europa del este que trabajaba en una fábrica. Todas las tardes salía del trabajo empujando una carretilla con sus herramientas cubiertas de paja. Los guardas de la puerta sospechaban de John y siempre revisaban detenidamente el contenido de la carretilla, rebuscando entre la paja, pero nunca encontraron nada, salvo las herramientas, que eran suyas sin lugar a dudas. Así que le dejaban ir.
Y así un día tras otro. Por fin llegó el día de la jubilación de John. Llevaba trabajando en la fábrica treinta años. Entonces, cuando salía el último día empujando su carretilla, el guarda le dijo: "Bueno, John, sabemos que has estado robando algo. Hoy es tu último día; ya no podemos hacerte nada. Cuéntanos qué es lo que robabas". [...]
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8. Submarinista chamuscado en un incendio forestal
En un pequeño pueblo de la provincia de Zamora, cercano al Parque Natural de Las Arribes, se declaró el pasado verano un incendio forestal de ciertas proporciones, que amenazaba con destruir todos los recursos naturales de la zona.
Para evitar tamaño desastre ecológico, se movilizaron todos los medios técnicos y los efectivos humanos disponibles para situaciones de emergencia, empleando en las labores de extinción a más de cien voluntarios residentes en la zona, cuarenta bomberos profesionales, ocho motobombas, cinco helicópteros y un gran hidroavión.
Se emplearon cuatro días en controlar el incendio, y dos más en sofocarlo completamente, tras los cuales un equipo de técnicos se desplazó al lugar con el objetivo de evaluar los daños para declarar zona catastrófica a la comarca y recibir ayudas gubernamentales para su recuperación. Hasta ahí todo normal, pero la sorpresa de los técnicos fue mayúscula cuando, al llegar al paraje conocido como la Tranca del Lobo, uno de los de más difícil acceso, encontraron el cadáver de un submarinista chamuscado y completamente equipado para la práctica de su deporte. Nadie podía dar crédito a lo que veían sus ojos, ya que la playa más cercana está a más de doscientos kilómetros. [...]
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